Me levanté una mañana cualquiera, en un día cualquiera… ¡Oh, no! No era un día cualquiera, era año nuevo. Estaba en el momento del año donde toda una etapa, larga como los caminos que recorrí, pero efímera como mi aliento, se queda en el pasado.
Recordaré este año con tristezas, alegrías, bonanzas y desastres. Es lo normal ¿No? De una u otra forma, soy humano. Eso es lo que hacemos, ¿o no? ¿Se supone que debería haber algo más?
¿Hay vida después de la muerte? Bueno, esa última pregunta ya se escapa de mis capacidades de aprendizaje, supongo. Sin embargo, aún no puedo evitar pensar en qué es lo que tengo que tener en mi vida para no pensar en si habrá vida después de la muerte.
Mi pensamiento siempre ha tenido cierto nivel de normalidad, o al menos así lo veo yo. Para mí, la vida era muy simple; las cosas pasaban por inercia. Nací, crecí, fui a la escuela, pasé por estudios superiores, conocí personas, viví tantas cosas, tantas etapas; que se me acaban las palabras.
El punto es que, a pesar de todo esto, nunca terminaba de encontrar un propósito a todo lo que estaba pasando.
El nihilismo siempre me agradó, especialmente el nihilismo optimista. Es decir, nada importa, y por lo mismo, debo hacer todo lo posible por disfrutar mi vida antes de que se desvanezca. Porque, en efecto, no tiene importancia alguna, ni tampoco un propósito; es simplemente fútil.
Solo que, esto tenía un problema, un gran problema. Me tomé muy personal esto de “nada importa” y empecé a restarle importancia a mi propia vida. De esta forma, había olvidado por completo que, como ser humano, tenía que tener alguna manera de alimentar mi alma, mi espíritu, lo más profundo de mi ser: mi consciencia.
Yo realmente no estaba satisfecho con no darle importancia a absolutamente nada. Hay cosas que me importan.
Mi familia me importa, hay personas que me importan, mis pertenencias me importan, mi perro mucho más ¿Por qué negar el peso emocional de esos elementos en mí? Tuve que comprender algo; no es que nada importara, es que todo tiene importancia. Al menos para mí, todo importa.
Me importan los desconocidos por la calle, me importan los árboles que me dan sombra, me importa… Después de repetir tanto esa palabra ¿Cuál es la importancia? ¿Por qué esta tendría algún valor?
Ahí yace la respuesta ante las dudas de toda mi vida: el nihilismo no quiere decir que nada importase, en el sentido estricto de la frase, sino que a grandes rasgos; la importancia pierde total sentido.
Todo lo que he vivido, todo lo que he hecho y todos mis pensamientos y emociones se desvanecerán en el más profundo vacío de la existencia. Solo que eso no significa que deba abandonarlo.
No. Me niego a ser parte de esas personas que desprecian sus vidas para elevarse a algo más grande que ellos. A grandes rasgos, puede que nada importe, pero yo no voy a llegar vivo al momento en el que todo por lo que he pasado pierda su significado.
Es posible que a largo plazo todo desaparezca, pero eso tampoco tiene importancia porque yo no estaré ahí ¡Así que no! Al menos a mí ¡Todo me importa! Mi vida no puede ser solo un camino sin significado, tiene que haber una ruta, un propósito por el que esforzarme mientras que mi corta vida transcurra. Haré algo, me convertiré en una leyenda.
Al comprender la muerte podemos aprender a vivir mejorY fue así.
Esta es mi historia y mi guía, de cómo me convertí en una leyenda y deseo que todo el mundo encuentre el mismo camino ¿Que por qué? ¡Pues porque ese es mi destino!
Nadie me lo impuso, nadie me lo dijo, nadie me guio; yo mismo descubrí que era lo que yo quería hacer.
Embarquémonos en esta aventura mediante la existencia, nuestra realidad y nuestras vidas. Aunque más importante que todo: debemos de conocer nuestras verdades.
El huevo: un relato corto de nuestras verdades
Una vez, mientras navegaba por la web, me encontré con un cuento corto que caló profundamente dentro de mi ser. La simplicidad de sus palabras, dentro de la inmensidad de conceptos nuevos que llegaron a mí al leerlo, dieron como resultado una moraleja interesante, junto con una nueva forma de verme a mí y a todos a mi alrededor.
“El huevo, un relato corto” es un cuento escrito por Andy Weir donde nuestro protagonista, nada más y nada menos que dios, guía a nuestro coprotagonista, un hombre de 48 años, hacia su siguiente vida después de morir. Tal premisa no da para menos que para un relato donde queda en claro un aspecto importante de nuestras vidas: la apreciación por la otredad.
En el cuento, este dios le dice a nuestro hombre muerto, lo que hay detrás de su vida; se trata de nada más y nada menos que un dios. Sí, este hombre de 48 años es un dios, o al menos está en proceso de convertirse en uno. Lo relevante está en el cómo.
Resulta que, este hombre reencarnaría en una niña china del año 540 AD. ¿El por qué? Para empezar, porque el tiempo no funciona como él cree. Además de ello, él tiene que vivir esa vida porque es la única persona.
Él es uno solo, no hay nadie más en el universo que él y este susodicho dios. Así que, este hombre ha sido y será cada una de las personas que han vivido y vivirán en el planeta tierra.
Empleando el mismo ejemplo que en el cuento, esta persona ha sido, fue o será: Abraham Lincoln, Jhon Wilkes Booth, Adolf Hitler y todas las víctimas del holocausto, a la vez que Jesús de Nazareth y todos sus seguidores.
Todas las veces que fue cruel con alguien, fue cruel consigo mismo. Al igual que todas las veces que fue amable con alguien, fue amable consigo mismo. La humanidad es un todo, todos son él, todos fueron han sido y serán él. Todos son dioses en desarrollo y el universo no es más que el huevo que incuba a aquel que será un próximo dios.
¡Pero qué revelador! Después de escuchar tal historia, empecé a valorar más a la humanidad como un conjunto; y a mí mismo como una parte del mismo. Y aquí entré en cuenta de que mi misión en esta tierra debía ir de la mano con las personas que me han acompañado y apoyado durante toda mi vida.
Nunca he hecho nada solo y nunca lo haré. Ser una leyenda no significa ser un maestro único e inigualable; eso es imposible.
Encuentra tu pasión y vive de acuerdo a ellaYo soy una estrella, que vive en una galaxia, que vive en un cúmulo de galaxias, que se encuentra dentro de un supercúmulo, que igualmente está en una constelación, existiendo en la infinidad del universo. Existen miles de millones de personas a mi alrededor, a quienes no puedo despreciar.
Para ser lo que quiero ser, encontrar mi propósito y poder ver más allá de la finitud de mi vida debía aprender más sobre mi propia humanidad.
Aprendiendo de mi propia humanidad: ¿Qué caracteriza a un Homo sapiens?
Ser humano es un concepto tan amplio, que difícilmente se podría acortar la gran cantidad de cosas que incluyen este término. Es tanto así, que el concepto de ser humano incluso varía de cultura en cultura, volviéndolo aún más difuso.
A pesar de eso, si podemos hablar en términos generales, los seres humanos tenemos una serie de características que nos vuelven únicos. El que seamos únicos no es una novedad para nosotros, en lo absoluto, pero sí el que podamos describir esa unicidad.
La ambivalencia
La ambivalencia es una parte más que vital de nuestro ser. Dentro de nosotros pueden encontrarse las emociones más contrarias, habidas y por haber.
Somos ambivalentes, somos más de una cosa a la vez: y esto te lo puedo demostrar con ejemplos simples.
Todos conocemos la historia de la segunda guerra mundial, al igual que conocemos la historia de Jesús de Nazareth. Ambas, desde los hechos más pequeños a los más grandes están llenas de algo: sentimientos particularmente contrarios, el amor más puro y el odio más arraigado.
Por un lado, en la 2.ª guerra mundial puede evidenciarse fácilmente lo terribles que podemos llegar a ser los seres humanos. En cambio, la historia de Jesús de Nazareth nos habla de hombres, mujeres y varias personas que solo querían lo mejor para los demás. ¿Qué tiene esto de especial? La respuesta es muy simple.
Jesús de Nazareth y Adolf Hitler eran seres humanos.
De la misma especie de donde podemos evidenciar el odio, el rencor y la avaricia más sucia; también podemos encontrar la filantropía, el amor y la bondad más pura y desinteresada.
Todos los seres humanos tenemos el deseo de construir y destruir. Las características de nuestro ser y nuestras vidas bien pueden cambiar alguno de estos 2 aspectos de alguna forma, pero ninguno termina de desaparecer completamente.
Todos somos ambivalentes, y podemos ser tanto buenas como malas personas. Obviamente, la diferencia de nuestros actos no es tan ridícula como la de los ejemplos de Adolf Hitler y Jesús de Nazareth, sin embargo; no somos tan diferentes a ninguno de los 2.
El trabajo
El trabajo es una parte fundamental de nuestra humanidad. Aquello a lo que nos dediquemos el resto de nuestras vidas y por lo que demos todo no puede significar menos que lo mismo que nuestra vida. Sin algún trabajo, una misión o un camino; nos sentimos perdidos, desahuciados y desamparados.
Nuestro trabajo es parte de lo que nos define. Nuestra labor, nuestra convicción, nuestra vocación. Sin este apartado de nuestras vidas, para muchos no tendría sentido alguno vivir. Es imposible vivir sin hacer algo en vida.
Actitudes que las personas extraordinarias poseen entre su arsenal de ...Inteligibilidad
Yéndonos hacia el lado más material de nuestra especie, que no nuestra raza; nuestra especie. Somos animales, pero de entre las muchas cosas que nos diferencian de los otros seres vivos, se destaca por sobre lo demás la inteligibilidad.
Se trata de nuestra capacidad de inteligir, en varios sentidos. Nuestra inteligencia nos permite hacer cosas maravillosas. Desde la casa en la que vives hasta el dispositivo desde el que lees esto. Desde los satélites en el cielo hasta las figuras abstractas de barro que hacen los niños de primaria.
La inteligencia es un concepto extremadamente amplio, que puede entenderse de muchas maneras. Tanto así, que la ciencia misma no es capaz de dar una explicación precisa de qué es la inteligencia, y, sin embargo, es algo con lo que vivimos todos los días.
Capacidad social
La sociabilidad fue crucial en el desarrollo de nuestra especie. De hecho, muchas teorías evolutivas apuntan a que nuestra ambivalencia nace de nuestras necesidades sociales en contraposición a nuestra necesidad de supervivencia.
¿Por qué? Porque sin una sociedad en la cual vivir, no duraríamos mucho. Solo que, a la vez, necesitamos recursos para vivir, necesitamos sobrevivir. Sin un sentido de supervivencia activo y presente todo el tiempo, no estaríamos aquí.
Ahora bien, la sociabilidad sigue siendo una parte fundamental de nuestra propia humanidad. Toma algún bebé humano y privarlo de todo contacto con otro ser vivo; este morirá de tristeza. Puedes hacer lo mismo con una persona adulta, un niño o un adolescente; y lo más seguro es que perezca ante la falta de otros humanos alrededor.
Deseos y convicciones
Y Finalmente, los deseos y las convicciones no pueden faltar en nuestro repertorio de características humanas. Es impresionante como muchos de nosotros podemos llegar a despreciar nuestros deseos, nuestra hambre y sed por tantas cosas; en lugar de apreciarlos por ser los motores de nuestra alma.
Llámelo como lo llames, sea corazón o alma, el querer respirar, vivir, estar ahí el día siguiente y el año también, es vital para nosotros los seres humanos. Sin un combustible, ¿cómo entonces, funcionan nuestras mentes?
Ser una leyenda: la capacidad humana de hacer cosas inhumanas
Ser una leyenda puede sonar tentador. Durante toda nuestra vida hemos escuchado cuentos sobre personas increíbles, historias difíciles de creer y mitos extraordinarios. Todas estas cosas parecen estar fuera de nuestro alcance, pero en realidad pueden estar mucho más cerca de lo que piensas.
Lo imposible es posible. Los seres humanos hacemos cosas inhumanas todo el tiempo, es natural. En realidad, no nos quedamos cortos en cuanto a capacidades. Ser una leyenda es posible.
Me di cuenta de esto después de investigar tanto. Resulta que, aquello que buscaba, mi más apreciado tesoro, estaba en mí mismo, en lo que amo y en mi alrededor. Mi más sagrado tesoro era mi propia vida y todo lo que me hacía querer vivirla.
¿Qué se necesita para ser una leyenda?
Ser una leyenda puede significar cosas distintas en muchos lenguajes diferentes. Pero en particular con ser una leyenda, me refiero a tener todo aquello que los demás desean. Felicidad, calma, paz, sabiduría… Entre tantas otras cosas.
Los bienes materiales quedan aparte. Estos no son capaces de llenar el alma. Ser una leyenda significa volverse un maestro en dominar el arte de vivir. Vivir es una experiencia hermosa de todo lo que hacemos. Al yo vivir de la manera que más me agrada, me he vuelto toda una leyenda.
Encontrando los materiales para construir mi futuro
Antes que todo, ¿qué es lo que necesito? ¿Qué es lo que quiero? Hay muchas cosas que puedo apreciar de gran manera, y con esas cosas puedo construir mi futuro.
Los hábitos: Creando un nuevo destinoConstruir el futuro propio puede tener una variedad de significados. Esto depende directamente de la persona, su condición, sus deseos y aspiraciones. Con los materiales necesarios es que finalmente llegaré a ser una leyenda.
¿Cómo encuentro mi vocación?
La vocación es aquello que nos mueve. El trabajo se vuelve parte de nuestras vidas, ya que, nos produce este sentimiento de pertenencia e inclinación. Por ello, puede llegar a ser un tanto difícil de encontrar. Se trata de algo especial y único.
No obstante, sí que hay un método para lograrlo: como la canción de Shakira en Zootopia, Try everything. Es decir, inténtalo todo.
Aprende de cada afición, cada arte, cada ciencia y cada campo. Es imposible que por ninguno de ellos sientas interés, y es ridículo que no descubras tu (o tus) talento (o talentos).
¿Qué es lo que me hace feliz?
Esto puede resultar una pregunta un poco más complicada de lo que parece a primera vista. La mayoría de personas responden cosas obvias “Mi familia” “Mi trabajo” “Mis mascotas” “Mis hijos” “Mis pasatiempos” “Mis amistades” Entre otras tantas variantes.
No obstante, la pregunta va más por un ¿Qué es lo que me mantiene feliz? ¿Qué es aquello que perdura en el tiempo y me impulsa a seguir viviendo? Eso es lo que debes de buscar, lo que te hace feliz y quieres que lo siga haciendo en tu futuro.
¿Cómo encuentro mi lugar en el mundo?
Algo tan ambiguo como “Mi lugar en el mundo” puede llegar a ser difícil de encontrar. Lo mejor es hacer tu espacio en el mundo, es decir, crear ese sitio en donde quieres estar. Es tan simple como mezclar lo que tienes, lo que eres y lo que puedes llegar a ser.
Tu propio sitio en el mundo no lo decide nadie más que tú. Por lo tanto, este espacio debe estar definido bajo tus propias palabras, de tal forma que te sientas cómodo en el mismo.
Y, por darte un ejemplo, mi lugar en el mundo es ser aquel que tiene calma, éxito y está siempre para las necesidades de los demás. Mi hogar es mi espacio, y mi trabajo es el Coaching, causando siempre un impacto en los demás.
¿Y si ya soy una leyenda?
¡Hey! Puede que ya seas una leyenda y verdaderamente no lo sepas. Ser una leyenda significa tener plenitud en tu vida, estabilidad y paz contigo mismo ¿Y si en realidad, ya eres la leyenda que estás anhelando ser?
Esta fue la pregunta que me hice hace ya unos años, donde por cierto, descubrí que en realidad ya era una leyenda.
Así fue, después de luchar por lo que quería, entenderme y entender el mundo en el que vivía, finalmente me volví la leyenda que soñé. Finalmente, llegué a ese territorio supremo de paz y esperanza, donde vivir es un placer antes que un peso.
Es como la iluminación de los budistas o el cielo de los cristianos. Estaba en el punto más álgido, y a la vez, aquel más calmo. No era que el mundo a mi alrededor no se desmoronaba, era que yo no iba a caerme con él.
No era que mi alrededor no tuviera importancia, era que conocía la naturaleza efímera del mismo. Tampoco era que mi vida fuera especial, sino que yo creé mi propio trono. Y no, no es que me creyera un dios; es que valoré tanto mi vida como la de todos los demás, y resultó que los dioses quedaban incluso debajo de algunas personas que conocía.
Cómo ser feliz al instanteAsí que ¿Cuándo construirás tu propia leyenda? ¿O ya lo eres y no quieres olvidar tu posición? Sea cual sea tu respuesta ¡Estoy seguro de que la cima está hecha para ti! En caso de que te interese contenido similar, en nuestro blog podrás encontrar más, mucho más.