Cuidado propio: decir no a otros para decirte sí a ti mismo

Cuando era un niño, veía muchas caricaturas en donde los personajes eran las criaturas más puras que podrías conocer. Esto distaba mucho de la realidad en la que yo parecía vivir.

Solo veía que, los personajes más adorados siempre eran los más amables. La bondad resultaba ser la virtud principal de los héroes. 

Porque ni siquiera la valentía, la bondad era siempre lo principal.

Así que, en mi admiración por estos personajes caricaturescos, busqué volverme como uno de ellos.

Solo que, no tenía en cuenta que incluso la bondad debe de tener un límite.

Mientras que mi vida seguía su rumbo, mantenía los principios que había aprendido. La bondad se había vuelto parte de mis virtudes.

Pero a la vez, la bondad se estaba volviendo uno de mis más grandes problemas. Y es que, no muchas personas eran capaces de identificar el exceso de cosas buenas como un problema, cosa que calaba en mí.

Todo en exceso es malo

Dijo mi abuela alguna vez. Recuerdo que al escuchar esa frase quedé pasmado al pensar ¿Todo, pero en serio; todo, todo? Para ese tiempo, no podía entenderlo por completo. Y de hecho, tampoco pude ver la gran importancia de esa frase. 

Y mi abuela tenía toda la razón, todo en exceso es malo.

Absolutamente, todas las cosas, por mejores que sean, cuando se obtienen en exceso; tienen resultados negativos.

El agua es vida. Todos necesitamos cierta cantidad de agua a diario para sobrevivir, pero el agua en exceso es capaz de matarnos. La comida conforma los materiales que empleamos para construir nuestro cuerpo, sin embargo, el exceso de la misma conlleva a graves problemas de salud.

Por lo tanto, decirle sí a absolutamente todo, incluso por bueno que sea; resultaba en más problemas que soluciones para mí. 

Esta fue una lección que tuve que aprender a los golpes.

Tuve que aprender a saber decirle no a otros para decirme sí. 

Por ello, te guiaré por este camino de autoconocimiento y valentía. No hay nada más importante que conocer tus límites y aprender a decir que no cuando es necesario.

¡Pero eh, que la idea tampoco es ser una mala persona! Es reconocer los puntos en el que hay límites, límites sanos y pensados con sabiduría por el bien de todos a tu alrededor.

De la misma forma en la que, al ir por la calle, hay límites que no se deben cruzar con las personas alrededor, aprender a tener límites es esencial para mantener la sana convivencia entre tu persona y quienes conforman tu entorno.

Y no te voy a mentir, en realidad puede llegar a ser algo difícil de hacer, ¡pero esa no es razón para rendirse! El hecho de que sea difícil no lo vuelve imposible ¿Qué cómo te lo demuestro? ¡Pues muy fácil! Yo soy la prueba de que es completamente posible.

Pero, antes de ello, lo ideal es plantear las bases de todo lo que aprenderás a continuación. Es decir, primero que todo, lo más importante del autocuidado es el autoconocimiento.

Antes que todo, debemos conocer nuestra posición en el mundo

¿Cuál es nuestra posición en el mundo? O mejor dicho, ¿cuál es tu posición en el mundo? Tu orgullo, tu vida, tus acciones, tus valores y tu pasado ¿Qué eres, quién eres y qué planeas?

Puede llegar a sonar inhumano, pero todas estas características de tu ser son juzgadas por las personas de alrededor. Claro que, no digo que esto sea bueno, sino que es parte de nuestras realidades.

Y es que, con base en los juicios de otras personas, muchas veces solemos definirnos. Obviamente, esto es un error. El mayor problema viene cuando los juicios ajenos se entrometen en tu vida.

O incluso cuando estos se difunden, estigmatizando a tu persona, volviéndose un objeto morboso del ojo público ¿Por qué nombro todas estas cosas horribles? Esto es para conocer a las personas de nuestro alrededor, y elegir qué hacer con cada uno.

Así que, la primera pregunta por hacerse antes de conocerme a mí mismo es ¿Quién soy?

¿Quién soy?

Yo, soy yo mismo. Un ser humano, que reside en tal sitio, tiene tal nombre, tal edad, tal estado civil, entre otras cosas ¡No, eso no! ¿Quién soy yo? Mi nombre es la definición de mi ser, soy una persona soñadora, valiente y que puede llegar a hablar mucho.

El quién soy no se refiere a las condiciones físicas en las que puedes estar, sino en cómo eres. Yo no soy lo que dice mi identificación, yo soy mis acciones, mis ideas y mi futuro. Soy un ser consciente y complejo, que es feliz con lo que tiene, pero que nunca deja de buscar más.

Y aquí viene el siguiente punto:

¿Qué hago con mi vida?

Sean cosas buenas o malas, aquellas cosas que haces con tu vida, tus acciones, son parte de lo que te definen. Tu trabajo, tus estudios, qué haces con tu tiempo libre y qué no ¿Cómo es que las acciones que tomas afectan a tu ser? Es la pregunta correspondiente.

¿Quiénes son los demás?

Punto importante ¿Quiénes son los demás? ¿Qué buscan contigo? ¿Qué hacen esas personas con su vida? ¿Qué clase de percepción tienes sobre esas personas? ¿Quieres algo de ellos? ¿O más bien no estás seguro de nada de lo que te pregunto?

La posición de los demás, sus ideales y acciones, pensamientos, virtudes, personalidades, afectan la forma en la cual debes poner límites. Es un tanto obvio la diferencia de cuáles son los límites que debes tener con tu familia, a cuáles son los que hay que tener en pareja.

Aunque es importante aclarar algo: Hay límites básicos, que debes de interponer entre todas las personas y tú.

¿Qué es lo que más quiero?

Interesante pregunta, ¿no es así? Aquello que quiero es parte de lo que me define, aunque no lo parezca. El querer algo te hace mover el cuerpo, la mente, y te guía hacia aquello que estás deseando.

El anhelo es parte de nuestra humanidad. Por ello, parte de tu posición entre tú y los demás se encuentra con las cosas que deseas. Para poner un ejemplo práctico, son diferentes los límites que pones con alguien con quien buscas una relación, a con alguien que no.

¿Por qué decir “no” es tan importante?

Saber dar una negativa es fundamental en la vida de cualquiera. De por sí es algo que hacemos todos los días. Cuando alguien te ofrece algún producto por la calle, y responder amablemente con un “No, gracias” 

Cuidas tu cartera, o simplemente es porque no estabas interesado, y, por lo tanto, no lo necesitabas realmente.

“No” es una palabra poderosa. Tiene el poder de salvarte de tantas cosas, y a la vez, de meterte en muchos líos. Es por ello que hay que aprender a saber cuándo decir “sí” o “no”, ya que dependiendo de la sabiduría con la que apliquemos estos términos, estaremos guiando nuestras vidas por diferentes caminos.

Estos caminos, claramente, pueden ser tan beneficiosos como dañinos. Todo depende de nosotros, de nuestras decisiones y de la forma en la que nos desenvolvamos.

No obstante, la razón principal por la que decir “no” es tan importante, es por el hecho de que hay muchas personas que realmente no saben cómo emplear esta palabra. Que por algo estoy escribiendo esto, que yo era uno de esos.

Hay muchas personas que no saben decir “no” por amabilidad, otras muchas por simple timidez. La realidad es que se trata de una habilidad fundamental. Decir “no” evita que otras personas abusen de nosotros.

Aprendiendo a poner límites

¡Muy bien! Ahora conoces la teoría, viene la práctica. Que sí, puede que la práctica sea un tanto complicada en relación con lo que la teoría dice. Pero hay que ser realistas, ningún libro jamás será capaz de describir las relaciones humanas en toda su complejidad, a menos que tenga millones de páginas.

Aprender a poner límites significa varias cosas, por ejemplo, saber qué es lo que te gusta y qué es lo que no. Poner un límite es, por ejemplo, el que seas vegano. 

Nadie tiene por qué invitarte a comer en un restaurante o casa y servirte comida carnívora, sabiendo que tú eres vegano ¿No? El límite está en que tu persona tiene una convicción: no consumir comida que venga violentada.

En el momento en el que otra persona te invite a hacerlo, está sobrepasando un límite, que es en donde debes decir “no”.

Solo que, esto debe de ser tomado con pinzas. Los límites siempre son propios, nunca se le imponen a los demás. Me explico. Puede que, siguiendo el ejemplo anterior, tú seas vegano, pero no tu grupo de amigos.

En tal caso, no puedes obligarles a comer lo mismo que tú, el límite aplica en donde ellos te lleven a ti a hacerlo. La diferencia radica en que, el que tú comas comida vegana no les afecta a ellos, a diferencia de que ellos te obliguen a ser carnívoro o que los obligues tú a ellos a ser veganos. El punto está en el encuentro.

Para conocer el límite entre el encuentro, lo que es tuyo y lo de los demás, debes poder estimarlo en primer lugar. Debes aprender a valorar, a valorar-te.

Mi propio valor

El valor propio es muy importante en muchos aspectos de la vida, desde pequeños hasta que envejecemos. Al valorarnos, construimos un camino de camino y respeto con nosotros y con el mundo en el que vivimos. 

Puede que el tema del valor propio suene algo trillado, solo que esto no significa que no sea realmente relevante. Al igual que con la autoestima, que tiene un poco que ver, el valorarnos a nosotros mismos nos ayuda de muchas formas.

Con el valor propio, sabemos qué es lo que nos hace daño y qué es lo que nos hace felices. Valorarnos es parte de las herramientas con las que llevamos el sentido de nuestra propia vida. Aprender a valorarse a uno mismo es aprender a amarse, y a no dejarse pisotear por nadie. 

Mis propios deseos en contraposición de los ajenos

Esto va de la mano con el ejemplo de unos párrafos arriba. Los límites están para protegernos de cosas que no deseamos o que podrían hacernos daño. Todos tenemos límites, o en su defecto, deberíamos de tenerlos.

Hay muchas cosas que otras personas podrían querer de nosotros, que nosotros no podemos dejar que tomen de nosotros. Una forma muy clara de ejemplificar esto es con las infidelidades, o mejor dicho, los momentos en los que se pudo haber sido infiel y se dijo “no”.

Es un ejemplo muy simple de entender. Supongamos que tienes una pareja y que estás con una persona que sabe que la tienes, y aun así intenta buscar algo más contigo. El límite está en que esta persona debe saber que tú no quieres nada con nadie que no sea tu pareja.

Por más que esta persona busque algo contigo, debe de saber, y tú has de dejarle muy en claro, que no debe de pasar nada. 

Las intenciones de otras personas sobre mí

Un poco parecido al tema anterior, pero con cierta diferencia. Hay muchas personas que pueden buscar hacerte daño, incluso con algo de tacto, o sin intención maliciosa alguna, pero eso no significa que tú debas permitirlo. El daño emocional, psicológico o físico no es aceptable.

Es importante conocer las intenciones de personas ajenas, especialmente las que acabas de conocer, contigo. Qué claro, no es que haya que ser un paranoico, pero tampoco ingenuo. 

Se necesita una actitud firme, con la que puedas mantener a raya a cualquier persona que intente hacerte daño. Lo típico de la persona tímida que acepta el plato que le dieron a pesar de que no fue lo que pidió, nunca dejes que te suceda.

¿Qué significa decirme “sí” a mí mismo?

Un maravilloso efecto de decirle “no” a aquello que te hace daño, es que empiezas a decirte “sí” a ti mismo. Me explico, en el momento en que te valoras y aprendes a negarte a lo que no debes o puedes, aprendes también a aceptar lo que quieres o necesitas.

Decirte “sí” a ti mismo significa tratarte con amor. Que oye, tratarte con amor no significa tenerlo todo, significa tratarte con cuidado. No es comer 3 helados cargados de azúcar todos los días, es comerlos con responsabilidad, cuidando siempre tu salud. 

Y hay más, yendo más allá, decirte sí a ti mismo también significa obligarte a hacer cosas que tal vez no hubieras hecho antes. Me refiero a empezar a ejercitarte, o comer más saludable, o alejarte de amistades o familiares que puedan hacerte daño.

¿Cómo aplicar esto a mi vida?

Sí, leer un artículo como este puede ser esperanzador, pero después aplicarlo en tu vida es bastante difícil. Lo sé porque fue algo que me pasó, algo que sentí. Siempre escuchaba sobre el amor propio, la autoestima, entre muchas otras cosas.

No obstante, una vez recordé mi serie de la infancia, donde el personaje principal, mi inspiración, tenía un capítulo en donde se le enseñaba a decir “no”. Recordé que, de niño, no lo comprendía. Solo decían que, a veces, es mejor negarse ¿Pero cuándo?

Fue gracias a mi crecimiento, y al momento en el que empecé a valorar mi propia persona, que finalmente pude entenderlo. Empecé aplicándolo con cosas simples, como por ejemplo, empezar a decir “no” a salidas con personas con las que no quería estar.

Por supuesto que fallé muchas veces, pero esos fallos no significan nada, a diferencia de mis victorias; que lo significaban todo. Ningún fallo fue un retroceso, pero todos los logros eran un avance.

Me genera paz y orgullo que lo que antes no comprendía, ahora era más claro que el agua. Finalmente, aprendí a decir “no”.

¡Y espero que tú también, después de leer esto, puedas aprender algún día! No solo lo espero, estoy seguro de que podrás. En todo caso, puedes pasearte por el resto de nuestro blog, donde encontrarás contenidos similares a este de los cuales guiarte ¡Mucha suerte!

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